Este año, el periodismo salvadoreño ha navegado entre una seguidilla de crisis. A principios de 2025, el Gobierno de Estados Unidos suspendió el financiamiento que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) entregaba a organizaciones internacionales que apoyaban los proyectos de fortalecimiento democrático y transparencia, entre ellos programas de apoyo al periodismo. Luego, en el último semestre, vinieron persecuciones y acoso contra periodistas comunitarios, las capturas arbitrarias de los representantes de la cooperativa El Bosque y la Ley de Agentes Extranjeros y, en mayo, el acoso policial se intensificó hasta culminar con el acoso directo a periodistas de investigación y las capturas de la abogada y jefa de la unidad anticorrupción de Cristosal, Ruth Eleonora López, y el abogado constitucionalista Enrique Anaya.
Para comprender el estado de la libertad de prensa y expresión, conversamos con el presidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador, Sergio Arauz, quien señala que este “es el panorama más oscuro desde la guerra civil” para hacer periodismo. Según datos de la APES, 11 medios o proyectos periodísticos y más 100 periodistas (de los cuales unos 40 salieron al exilio) han resultado afectados.

Desde agosto de 2024, Arauz encabeza la asociación de prensa más importante de El Salvador, pero el Ministerio de Gobernación se ha resistido a inscribir la junta directiva que él preside. Aún así, su gestión ha sido clave para brindar apoyo para los periodistas que han tenido que salir del país por lo que Arauz llama “la escalada de mayo”.
Desde que Nayib Bukele llegó a la Presidencia en junio de 2019, el Gobierno emprendió un ataque frontal contra las voces críticas y la prensa independiente. El acoso ha llegado al punto de que “es imposible o sería muy inocente pensar que no hay una estrategia intencional y planificada de acoso, vigilancia y persecución por parte del Gobierno”. Según Reporteros Sin Fronteras, “El Salvador (, en el puesto 135º) continúa su caída y acumula un descenso de 61 posiciones en la tabla desde 2020. Bajo la presidencia de Nayib Bukele, la libertad de prensa sufre el desgaste de la propaganda y los ataques sistemáticos contra los medios críticos”.
Aunque Bukele y sus seguidores insisten en que en El Salvador no hay ningún periodista preso, Arauz insiste en que es gracias a las precauciones de seguridad y organización. “No hay ningún periodista preso porque no nos dejamos”, apunta.
Arauz también destaca el compromiso y la convicción de los periodistas salvadoreños, quienes han revelado el aumento patrimonial de la familia Bukele, los pactos con las pandillas y docenas de investigaciones sobre posibles actos de corrupción. También celebra que en este año la prensa salvadoreña ha sido reconocida con premios internacionales. “Hay una resistencia a morir. Cuando digo a morir es a dejar de ser periodista”, sostiene.

Luego de estos meses en los que ha habido un éxodo masivo de periodistas y defensores de derechos humanos, ¿qué balance hacés como presidente de la APES, de la libertad de prensa y la expresión en El Salvador?
Es un balance que no deja buenas noticias y que no es muy optimista por el recuento de daños y de hechos que podemos hacer. Este es un año muy particular y te lo voy a decir de una forma muy simbólica y triste también: este año no habrá una fiesta el Día del Periodista de la APES en la que los colegas de todos los medios, de todos los formas de pensar y de trabajar y de todas las formas de de hacer periodismo -radio, televisión, periodismo digital, periodismo tradicional o diarismo, periodismo investigación y todas las posibilidades o apellidos que tiene el periodismo- puedan congregarse en su país para compartir. Y eso te dice qué tipo de año tenemos, un año oscuro en el que hace tres meses empezamos a desarraigarnos por razones de seguridad y de nuestra integridad y por ser periodistas. No puede haber un balance positivo en esto que ha pasado y hay que ser bien claros y contundentes en decir que tenemos un presidente que hizo de la prensa su enemiga. Tenemos un julio y un día el periodista triste y en condiciones difíciles.
El 1 de junio Nayib Bukele pasó buena parte de su discurso criticando y atacando a la prensa, incluso señaló que encubren y se reúnen con asesinos, ¿es seguro seguir haciendo periodismo en El Salvador?
No es seguro. No hay condiciones ni garantías de que por tu trabajo, o sea, por preguntar, por pensar, por publicar dar información, no vas a tener consecuencias fatídicas a tu integridad o a tu movilidad o de que no vas a terminar preso. No hay garantías. ¿Por qué?
porque sos sujeto de detenciones arbitrarias y porque ya hay registros de que existe un patrón de persecución, de hostigamiento, de acoso que impide que cualquier periodista que haga su trabajo no pague las consecuencias… Y que no pague las consecuencias tiene también lastimosamente que ver con el humor con el que se levanta el presidente un día. Eso es lo que nos dejó de elección lo ocurrido en lo que ya se llama ‘la escalada de mayo’. Las personas que hacen un trabajo de defensa derechos humanos, de vocería crítica y ahí entramos los periodistas, que piensan distinto, que no están alineadas al poder ni al coro de voces que aplauden al presidente, todas esas personas corren riesgo y dependen del humor de Bukele, porque ya tenemos ejemplos de personas presas, detenidas arbitrariamente en circunstancias ridículas.
Por ejemplo, no tenemos ninguna certeza del hecho delictivo que justifique la detención del joven Alejandro Henríquez, quien es un abogado defensor de la cooperativa El Bosque, una persona con un récord intachable en su vida, con una huella de solo acciones buenas. No hay justificación para que esta persona siga detenida sin un sustento jurídico. Que todos los casos sean reservados, te dice que quien gobierna es una persona cruel y despiadada. Bukele es una persona cruel y despiadada que se permite el lujo de detener a bastante gente de forma injusta. Te hablé de Alejandro Henriquez, pero también está el pastor José Ángel Pérez, está Ruth López y otro grupo de gente que no tiene un caso fuerte o acusaciones que ameriten su detención.
Me mencionabas sobre un patrón que ustedes desde la APES han identificado de hostigamiento, ¿cuál es ese patrón?
En los últimos meses tenemos registros de distintos colegas que nos llamaron porque policías llegaban a sus casas e interrogaban a sus familiares. La forma en que llegaban y operaban eran similares a las ocurridas en la detención de la abogada defensora Ruth López. Es un patrón de hostigamiento. Te voy a poner un ejemplo: en un periodo de tiempo de 48 horas, en el peor momento de mayo, recuerdo el registro de al menos cuatro periodistas que denunciaron que policías llegaban a sus casas o las de sus familiares preguntando por accidentes de tránsito, preguntando quiénes vivían ahí, preguntando nombres y apellidos de gente con la que se relacionaban. Es un patrón que tiene claramente el objetivo de perfilar e identificar a colegas periodistas por su trabajo y no solo la APES ha hecho ese registro, sino que también otras organizaciones que no son periodísticas recibieron las mismas visitas.
Detrás de la salida de decenas de periodistas y defensores de derechos humanos hay un patrón de policías llegando a sus casas, policías intimidando, policías perfilando de distinta forma además. Te voy a contar casos específicos sin mencionar nombres: policías que eran identificados en las marchas o en las actividades públicas se dedicaban solo a tomarte fotos y a identificarte y a perfilarte y que te dieran seguimiento. ¿La policía por qué tiene que perfilar, fotografiar y llegar a las casas de periodistas? Aunque vayan a preguntar por accidentes de tránsito, porque ya hay un patrón de distintos casos, llegan por un accidente de tránsito y te terminan deteniendo. Así llegaron por Ruth López. En la mayoría de los casos registrados por la APES está identificado el acoso y el perfilamiento policial, y eso no solo es con periodistas, también con personas defensoras de derechos humanos.

Así como me lo describís, a mí me recuerda un montón a cómo capturaron a muchos inocentes durante el régimen de excepción. ¿Se puede decir que el Gobierno está usando esa política represiva y que ha resultado de una violación sistemática de de derechos humanos contra los periodistas o los activistas?
Podemos decir que sí. La APES no ha hecho un registro de casos de personas defensoras porque no es su área de acción, pero estamos en contacto con ellos; en ese sentido podemos decir con propiedad que así como se persiguió y perfiló a periodistas, así se persiguió y perfiló y acosó a personas defensoras. Tanto así que lastimosamente al mismo tiempo que estaban exiliándose periodistas también estaban saliéndose las defensoras. Con lo sucedido en mayo es imposible o sería muy inocente pensar que no hay una estrategia intencional y planificada de acoso, vigilancia y persecución por parte del Gobierno y del Ministerio de Seguridad. Desplegar a tantos policías en casa de periodistas y defensores de derechos humanos en el mismo periodo de tiempo no puede ser algo aislado. Es imposible. Es ridículo que tantos periodistas estén involucrados en accidentes de tránsito en un periodo de tiempo tan corto.Tiene que ver con una acción planificada, con un patrón de persecución y con una intención clara de sacar los dientes para asustarnos, para perfilarnos y en algunos momentos y en algunas circunstancias la intención clara de de de de tenernos o hacer captura arbitraria.
Este año hacer periodismo parece más difícil que nunca, a inicios se acabó el financiamiento de USAID, luego vino la Ley de Agentes Extranjeros, los ataques y criminalización del oficio de la boca de Nayib Bukele, ¿cómo sobrevive el periodismo en el país?
Es algo que hemos estado hablando en el gremio, en la APES, en las organizaciones de ayuda, de protección de periodistas y de derechos de libertad de prensa y libertad de expresión. Son golpes fuertes. El golpe de la suspensión de financiamiento es lastimosamente un golpe que viene acompañado de una Ley de Agentes Extranjeros y de una escalada represiva de mayo. Son tres cosas distintas en el mismo año que ha hecho tambalear al gremio, pues son tres golpes fuertes y distintos y que lo que muestra es que hay una resistencia a morir. Cuando digo a morir es a dejar de ser periodista.
Entonces, creo, porque así lo percibo de viva voz de mis colegas con los que trabajo, no solo en El Faro sino que con los que trabajo en la APES y con colegas que hacen periodismo, que hay una resistencia a doblegarse y hay un afán de supervivencia que a mí me da esperanza, como lo que ocurrió en el Premio Gabo esta vez. Me da esperanza que haya periodismo vivo pese a estos tres golpes mortales. Tres golpes que dejaron, a mi juicio, heridos de muerte a muchos proyectos periodísticos, pero que eso no significa la muerte del periodismo salvadoreño.
Bukele planteó la Ley de Agentes Extranjeros como un mecanismo para recaudar fondos para hacer obras, aunque diferentes organizaciones nacionales y extranjeras han advertido que es un mecanismo para perfilar y desfinanciar a las ONG y medios, ¿cuál es el fin real? ¿En qué se diferencia o se parece con las leyes de otros países?
El fin último era, a mi juicio, la condena a muerte por asfixia, básicamente. El Gobierno está exigiendo el 30 % de tus ingresos y está poniendo condiciones ambiguas y criterios tan ridículos sobre el carácter de lo que en El Salvador y en el mundo civilizado significa ser una organización de sociedad civil o ser periodista. Básicamente es poner a un funcionario que está supeditado a Bukele a juzgar qué significa generar zozobra o qué significan actividades con fines políticos… La Ley de Agentes Extranjeros es una condena de muerte por asfixia al periodismo y a las organizaciones que no se doblegan al discurso oficial ni al oficialismo.
Nosotros como APES hemos estado en contacto con abogados de distinta formación o escuela de pensamiento y todas coinciden en lo siguiente: esta ley es una condena de muerte, nadie puede sobrevivir a esta ley, cualquier persona que se somete a esta ley sabe que se está sometiendo a reglas de juego mortales, como someterte a una multa de 250,000 dólares, someterte a que la banca te retenga el 30 % de tu operación previo a una declaración, someterte a que este gobierno corrupto, autoritario, poco institucional y poco transparente esté metido en la cocina de las operaciones de todas las organizaciones con la intención de matarte, hacerte daño o de doblegarte. Esta es una ley a mi juicio más perversa que la de Nicaragua. Es una ley que tiene precedentes en dictaduras y lastimosamente es una ley muy efectiva para matar organizaciones de sociedad civil.
¿Ustedes tienen algún registro de medios que han cerrado por esta ley, por el corte del financiamiento de USAID o por la persecución? ¿O datos de cuántos periodistas resultaron afectados al punto de perder sus trabajos, dedicarse a otra cosa o exiliarse?
No hay un registro sustentado en un informe técnico. Las distintas crisis nos han distraído de hacer este informe, pero sí hay números aproximados que pueden dar una idea. En El Salvador, 11 medios y más de 100 periodistas fueron afectados. Es una afectación impresionante que no tiene precedente y que todavía no hemos alcanzado a medir porque ¿cuántos periodistas no están haciendo su trabajo por esto? Y esto significa, en la práctica, ¿cuántas piezas periodísticas de relevancia no se han producido en este tiempo? La producción de periodismo ha disminuido a niveles extremos y a niveles que no hemos podido dimensionar. El auge de producción periodística de los últimos años hablaba de un ecosistema de medios vivo, de un ecosistema de periodistas haciendo un gran trabajo que nos dio información que son ejemplo de lo que hace el periodista, es decir, gracias al trabajo de colegas periodistas a sabemos que el presidente multiplicó su patrimonio y que se convirtió en terrateniente o sabemos que pactó con pandilla o sabemos que mintió en distintas ocasiones. Eso se puede decir así porque hay colegas que lo demostraron con trabajo periodístico. Dentro de un año no sé qué vamos a poder decir porque no sé si habrá suficientes periodistas que nos den esta calidad de información.

Ponés un futuro bien sombrío para el periodismo en El Salvador. Aunque hay diferencias y particularidades marcadas, ¿creés que nos estamos acercando rápidamente a un escenario de periodismo de exilio como el de Nicaragua o aún es una posibilidad lejana?
En El Salvador no hay condiciones ni garantías para hacer un trabajo de impacto relevante que no te ponga en riesgo. En ese sentido vamos a ver más colegas saliendo por hacer su trabajo, más colegas en riesgo, más colegas criminalizados, más colegas perseguidos y vamos a ver más colegas dejando de hacer lo que hacen. Es el panorama más oscuro para mí desde la guerra civil.Pero también dentro de este contexto están surgiendo muy buenas ideas, muy buenos ejemplos de cohesión, de asociación, de trabajo colectivo y de gente que resiste, pero lastimosamente desde fuera del país. Es muy preciso decir que el periodismo de El Salvador se esté exiliando porque en el Salvador no hay garantías y en ese sentido entramos a otra etapa. Los periodistas van a hacer su trabajo desde el exilio. Creo que estamos en un proceso de reacomodo del periodismo, de replanteamiento de la forma de hacer. Para no solo ser negativo, esto puede traer buenas noticias para el gremio, donde hay gente resiliente y seguirá haciendo su trabajo en condiciones muy precarias y en contracorriente, pero que nos darán sorpresa, como lo de la premiación del Festival Gabo. No te estoy diciendo que el periodismo se va a morir, te estoy diciendo que el periodismo mismo se va a replantear y se va a hacer de otra forma y espero que al final de un año podamos volver a hablar y decir: “Mirá qué chivo todo lo que hizo el periodismo en estas condiciones”. Es posible que lo veamos porque no he visto colegas decir: “Me rindo”. Tampoco quiero decirte que estoy entronizando la precariedad porque no me gusta eso, no creo que haya que normalizar la precariedad, pero los colegas que van a seguir haciendo su trabajo lo van a hacer en unas condiciones inéditas y esto solo habla de personas muy comprometidas y con convicciones. Cuando se trabaja con convicciones y con este compromiso, creo que los frutos siempre son buenos.
Tomando en cuenta este contexto, ¿creés que Bukele ha logrado silenciarnos o ha logrado hacer que la producción de piezas de impacto sean mínimas?
Nos ha logrado distraer, seríamos mentirosos si no decimos eso. Ha logrado que nos distraigamos, ya que nos ha tirado disparos de muerte con la ley de agentes extranjeros, persecución, perfilamiento, acoso. Ha usado todo su poder y ha hecho un tremendo despliegue para asfixiarnos y distraernos. Claramente que nos ha dado golpes, lo que pasa es que quizás no entiende que los periodistas trabajan con convicciones y que no se van a doblegar. Yo sí miro todavía gente produciendo periodismo. El periodismo no está en peligro de extinción, está en proceso de replanteamiento de forma de acción porque las condiciones son extremas. Tenemos el caso de los colegas nicaragüenses, no se rindieron; el caso de los colegas de Venezuela, no se rindieron; el caso de los colegas de Cuba, no se han rendido. Simplemente es que todavía no sabemos el giro que vamos a dar o que va a dar el periodismo salvadoreño. No lo sabemos porque están pasando las cosas. Nos ha disparado a muerte, pero no nos ha matado
¿La APES estaba preparada para esta seguidilla de crisis o cómo han navegado durante todo este año tan convulso?
No, no se está preparado para tres golpes distintos: la crisis de la escalada de mayo, la crisis de la suspensión de fondos de USAID y la crisis que produce la ley de agentes extranjeros. Son tres golpes fuertes y la APES sigue viva y con el compromiso de seguir viva y siendo útil, que eso es lo más importante. La APES solo tiene sentido si es útil para los periodistas. Y es útil en la medida que siga defendiendo el periodismo, protegiendo a los colegas y al periodismo y esté en sintonía con los derechos y principios de cualquier organización que promueve derechos humanos, derecho a la libertad de expresión y derecho a la libertad de prensa. No sé cómo lo hemos hecho. No sé cómo seguimos vivos en el sentido como institución, pues es una organización que ha resistido tres golpes mortales y sigue viva. Mantenernos vigentes en un contexto tan hostil habla de que seguimos siendo útiles y habla también de que el gremio de periodistas pudo anticiparse a la dictadura y a los golpes de esta gente antidemocrática que odia la prensa y que tiene como enemigo a la prensa.
¿La APES ha sido afectada de otras maneras? ¿Tienen, por ejemplo, parte de su equipo en el exilio?
La APES ha tomado muchas medidas de seguridad, no puedo darte detalles. Yo sí te puedo decir que estoy en el exilio. Decidí salirme del país porque recibí distintas formas no solo de expresión, sino que mensajes de amenaza, que me hicieron ver que tenía que seguir estando consciente y dedicado y de lleno al resto de colegas. La única forma de tomar decisiones en frío y tomar decisiones prácticas y útiles de cara a la crisis era estar seguro, no en un país donde hay acoso policial y donde yo mismo recibí mensajes de fuentes confiables que me dijeron que por ser de El Faro y por ser de la APES corría peligro. Tuve que salir y claramente lo hice también para velar por el mantenimiento de los servicios que presta la APES. No te puedo dar más detalles, pero sí la APES está trabajando en replantearse y en replantear su supervivencia y su relevancia de cara a los servicios que da. Próximamente daremos más información.
Ahorita no podrías responder cuál es el futuro de la APES.
La APES está planteándose el exilio como una posibilidad de supervivencia, eso te puedo decir.
¿Han logrado inscribir la actual junta directiva?
Hemos estado insistiendo en resolver cualquier punto, subsanar cualquier detalle burocrático, pero aún seguimos sin respuesta.
¿Tienen contemplado inscribir a la APES en la LAEX?
Entendemos la Ley de agentes extranjeros como una herramienta del régimen para asfixiar a todas las organizaciones de sociedad civil que no estén alineadas al gobierno. Estamos evaluando escenarios para protegernos.
Y ya para cerrar, Sergio, ¿qué mensaje le enviás al gremio en el Día del Periodista salvadoreño?
Es parte de algo que he estado pensando en estos días y que con esta llamada me has hecho tenerlo un poquito más claro. Es el primer año en que la APES no convoca a una fiesta. Es el primer año en que no estamos muchos en el país, pero es también un año en el que podemos decir que el dictador no se salió con la suya. ¿A qué me refiero? Alguien de una forma muy venenosa me decía: “Pero es que no hay ningún periodista preso”. Pues sí, es que no hay ningún periodista preso porque no nos dejamos. No es que esto sea muy esperanzador, Jaime, pero lo que te quiero decir es que la enseñanza que saco de todo lo que ha pasado es que estar organizado, estar agremiado, estar conectado entre gremio sí nos puede salvar y sí nos puede hacer sobrevivir, aunque parezca una frase de cajón, pero estar unidos sirve. Estar unidos te mantiene vivo, es tu salvavidas. No es que tenemos que pensar igual porque no, de hecho eso es lo que el Bukele quiere sobre todos los salvadoreños, que pensemos igual, que lo aplaudamos, pero somos un ejemplo de resistencia y de supervivencia, y de que cuando la gente se organiza puede ser una telaraña de soporte, una especie de colchón que te salva de caídas dramáticas. Cada uno de los colegas agremiados de la APES y los periodistas de El Salvador tenemos que seguir en el trabajo de unificarnos o de agremiarnos y de mejorar nuestra organización. Son tiempos oscuros, pero hay esperanza, porque hay convicciones, ganas y energía.


