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“El gobierno de Trump es cómplice de lo que ocurre en El Salvador”

El Salvador se ha unido al club de los regímenes latinoamericanos que permiten la reelección indefinida. Juanita Goebertus, directora de la división de las Américas de Human Rights Watch, dice en esta entrevista que a Nayib Bukele se le cayó la máscara. Aquellos que ahora quieran copiar su “modelo”, advierte, deberán reconocer que este incluye el desmantelamiento del Estado de derecho.

Ilustración: Otto

Ilustración: Otto

Dos días después que sus diputados dejaran el camino libre para que Bukele pueda reelegirse y gobernar, al menos, hasta 2033, el presidente que usurpa la Casa Presidencial salvadoreña justificó las reformas constitucionales alegando una falacia, en inglés y en su cuenta de Twitter (ahora X): “el 90% de los países desarrollados permiten la reelección indefinida de su jefe de gobierno, y nadie se inmuta. Pero cuando un país pequeño y pobre como El Salvador intenta hacer lo mismo, de repente se convierte en el fin de la democracia”, escribió.

En esta entrevista con Juanita Goebertus, directora de la división de las Américas de Human Rights Watch, analizamos las similitudes del régimen de Bukele con sus pares en la región y cómo esto impacta en los países y líderes que han alabado su modelo. Goebertus afirma que los políticos que quieran imitar el “modelo Bukele” tienen que saber que hacerlo significa eliminar el Estado de derecho de sus países. 

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El último golpe de Bukele a la Constitución salvadoreña ha sido cuestionado por más de 20 organizaciones a nivel internacional y por 27 expresidentes. Aunque, por el momento, se siente intocable.

Esta semana también conocimos que a pesar de que en América solo países dictatoriales permiten la reelección indefinida, la adminsitración Trump se apresuró a apoyar las reformas a la Constitución salvadoreña y rechazó “la comparación del proceso legislativo de El Salvador, basado en la democracia y constitucionalmente sólido, con regímenes dictatoriales ilegítimos en otras partes de nuestra región”, según un vocero del departamento de Estado citado por la agencia EFE. 

Goebertus dice que Estados Unidos también se dirige hacia una deriva autoritaria y que el gobierno Trump es cómplice de lo que ocurre en El Salvador, del proceso de «desmantelamiento del Estado de derecho y está permitiendo que el Gobierno Bukele se perpetúe y acumule aún más poder en el poder ejecutivo”.

Juanita Goebertus es abogada y politóloga colombiana. Formó parte de la delegación​ del gobierno colombiano en el proceso de paz con la guerrilla de las FARC. Es experta en paz, seguridad, justicia transicional y postconflicto. Imagen: cortesía.

Con las últimas reformas que el oficialismo le hizo a la Constitución en El Salvador, ¿Nayib Bukele oficialmente ha entrado en el club de los de los dictadores en América Latina?

Bukele está siguiendo exactamente el mismo libro de texto de dictaduras como las que vemos en Venezuela o en Nicaragua. Empezó por  controlar a los distintos poderes públicos, la Asamblea, el Poder Judicial, siguió con un régimen de excepción para  arrogarse más poderes presidenciales y suspender el debido proceso. Se ha dedicado a atacar a las organizaciones de sociedad civil y al periodismo independiente, y ahora remata con esta última reforma que le permitirá perpetuarse en el poder.

¿Cuáles son las  similitudes que tiene con regímenes como el de Ortega-Murillo o el de Maduro? 

Bueno, primero este proceso justamente de controlar a los poderes públicos. Bukele se hizo el control a través de la elección popular de la Asamblea y eso le permitió a su vez sacar en su momento al fiscal general, que estaba investigando al gobierno por corrupción, y cambiar a su vez a los miembros de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, antes de que terminara su periodo para permitir la reinterpretación de la Constitución. A partir de ello, avanzó con más de tres años de un régimen de excepción en que cualquiera que sea un crítico, cualquiera que se atreva a presentar una objeción frente al gobierno es atacado, estigmatizado públicamente como un defensor de las pandillas

Lo que hemos visto a lo largo de los últimos meses ha sido además el uso de esas facultades para atrapar también a líderes de sociedad civil, es el caso de Ruth López o de Enrique Anaya, detenidos sin ningún tipo de evidencia de su participación en la comisión de delitos. Y por supuesto este escenario ahora de aferrarse al poder a través de una reforma que le permite reelegirse indefinidamente y que además reforma la Constitución para permitir que todas las elecciones se hagan en una misma fecha bajo el argumento de la reducción de costos, pero lo que eso permite es generar aún más control a quien en este momento tiene las mayorías, que es Bukele.

Sobre esa reforma específicamente, ¿es normal que en una ‘democracia’ se reforme la Constitución de una manera tan exprés?

No, no es normal. De hecho eso fue posible justamente por una reforma que había hecho también la Asamblea a la Constitución a comienzos de este año. Antiguamente la Constitución salvadoreña requería de dos votaciones distintas. Luego de la aprobación, se requería que en una legislatura distinta se diera la ratificación. La reforma que se dio a comienzos de año permite que las reformas constitucionales sean ratificadas en una misma legislatura. Y eso fue lo que permitió que algo tan importante para la Constitución, que dice que no se puede reformar para garantizar la alternancia en el poder público, fue aprobado de un plumazo, en pocas horas entre que se presentó y fue aprobado y ratificado. 

El Salvador actualmente, en el que tenemos el régimen de excepción y que ya vimos que el Gobierno no va a ser tímido para usarlo contra las voces críticas, ¿es posible hablar de elecciones libres?

Las anteriores elecciones si bien en efecto Bukele fue elegido por una mayoría, los propios  observadores electorales, incluyendo internacionales, señalaron primero que la reinterpretación de la Constitución para permitir la reelección de Bukele era contraria al texto mismo de la Constitución, que en ese momento prohibía la reelección. Tampoco estuvieron exentas de distintos problemas en la transmisión de datos. Ahora Bukele avanza en el control de las autoridades judiciales, del Tribunal Electoral…

La respuesta de Bukele a los cuestionamientos por sus reformas para la reelección perpetua. Imagen tomada de su cuenta oficial en X.

En El Salvador ya tenemos la Corte Suprema, la Fiscalía, incluso el TSE, que es el árbitro electoral, controlado por gente allegada a Bukele, ¿esto podría generar que se pierda la legitimidad de las elecciones? 

Ese es justamente el ejemplo que hemos visto en América Latina, ¿no? Empiezan como líderes supremamente populares, incluso elegidos democráticamente, pero el el auge del autoritarismo en la región lo que ha permitido es que esos líderes, incluso cuando en sus inicios sean supremamente populares, porque Chávez lo era en Venezuela, usan esa popularidad  para  afianzarse en el poder, para generar más control de todos los poderes públicos, para eliminar este sistema de pesos y contrapesos, de tal forma que cuando dejan de ser igualmente populares, ya no es posible sacarlos del poder porque han logrado establecer una serie de controles que les permite atrincherarse.

Esa es justamente la razón por la cual  vemos con inmensa preocupación el tipo de reformas que se están dando en este momento en El Salvador y que claramente apuntan a que Bukele se perpetúe en el poder público e incluso cuando no tenga el apoyo popular.

La razón por la cual vemos la similitud con Venezuela es porque el 28 de julio de 2024, quedó claro  a través de la recolección de las actas que fue Edmundo González quien ganó las elecciones, pero Maduro al hacerse del control total tanto de la justicia como del Tribunal Electoral, desconoció totalmente los resultados y se aferró al poder gracias a que así lo certificó el Tribunal Electoral completamente controlado por él.

En cuestión de seis años Bukele ya logró todo lo que a los otros dictadores de la región les tomó más tiempo, ¿es preocupante cómo va avanzando la deriva autoritaria de Centroamérica y también tomando en cuenta que Bukele se pinta como un referente de liderazgo en la región? 

Absolutamente. Human Rights Watch lo lleva diciendo hace muchísimos años: el proceso de cooptación total del Estado que le tomó a Venezuela más de una década se ha dado de manera acelerada en El Salvador. 

¿Y por qué la comunidad internacional ha sido tan tímida para llamarle dictador a Bukele?

Bukele tiene una inmensa popularidad en el país y a pesar de la cooptación del Estado y lo irregular del proceso de reelección, por ser contrario a la Constitución, obtuvo una mayoría de los votos. Creo que estamos, todavía, en una fase muy acelerada de autoritarismo, pero que va en proceso, y creo que eso es importante tenerlo en cuenta. Y en segundo lugar, porque tristemente esto se da en una coyuntura en la cual Estados Unidos está hoy gobernada por Donald Trump, que está también a su vez en una deriva autoritaria, lo que hace que quien en el pasado podía ejercer un contrapeso importante en la región, para tratar de proteger los derechos humanos y el Estado derecho, está hoy respaldando el régimen de Bukele.

Me decía que todavía estamos como en una deriva autoritaria, ¿verdad?

Sí.  

¿Qué le falta a Bukele entonces para cumplir todo el decálogo de un dictador?

Insisto en lo que en lo que mencionaba al inicio: el proceso que ha hecho Bukele de cooptación de todos los poderes públicos, de represión de la sociedad civil y del periodismo investigativo, sigue exactamente el mismo libro de texto. La decisión de los autoritarios, la decisión de reformar la Constitución para permitir quedarse en el poder, es la antesala de un momento en el que ya no cuente con el apoyo popular y aún así se quede en el poder, que es justamente lo que hacen los dictadores.

Para redondear la idea: entonces básicamente lo que le falta es perder el gran apoyo popular que aún mantiene. 

Es aferrarse al poder en contra de la voluntad popular. 

En el contexto actual, su popularidad no parece menguar. ¿Cuáles son los peligros que tenemos aún con un presidente popular y que ya hemos visto que ha usado el poder para reprimir?

Justamente todo ese proceso se da al mismo tiempo que hay este desmantelamiento del Estado de derecho. Lo que se ha vivido en El Salvador a lo largo de estos tres años de régimen de excepción es de una represión brutal: 86,000 personas detenidas, incluyendo más de 3,300 niños y niñas en detenciones arbitrarias sin órdenes de captura, en juicios colectivos de más de 500 personas sin pruebas suficientes, en muchos casos anécdotas o denuncias anónimas en redes sociales por el hecho de tener un tatuaje o por venir de un barrio  o de otro… Por no hablar de las condiciones de detención en donde varias organizaciones, incluyéndonos,  hemos documentado casos de malos tratos, de tortura, de falta de acceso a atención médica y alimentación adecuada dentro de los centros de de detención. 

Todo este proceso de desmantelamiento del Estado derecho que se viene dando de manera acelerada en El Salvador y ha ido de la mano de una represión brutal bajo la idea de una guerra contra las pandillas, son ejemplo del uso de estos mecanismos de excepción en contra de la sociedad civil crítica al gobierno.

Entonces en El Salvador de Bukele prácticamente sí se cumple lo que me decía, ¿verdad? Desmanteló el Estado de derecho y usa la represión como un arma política. 

Sin duda.

Bukele y Trump en la Casa Blanca, en abril de 2025.

Cómo podemos interpretar la postura del gobierno de Donald Trump que dice que rechaza “la comparación del proceso legislativo de El Salvador, basado en la democracia y constitucionalmente sólido, con regímenes dictatoriales ilegítimos en otras partes de nuestra región”.

Muchos gobiernos se han mantenido en silencio frente a lo que está pasando en El Salvador. El gobierno del presidente Trump en Estados Unidos, por el contrario, ha sido cómplice: no solo deportó a más de 250 venezolanos para ser detenidos en el CECOT, sin ningún tipo de evidencia de participación en delitos y suspendiendo todos sus derechos durante la detención, además de los casos que ya sabemos de torturas y malos tratos  durante su detención; sino que a través de un portavoz del Departamento de Estado defendió el cambio constitucional y rechazó cualquier tipo de comparación con un gobierno autoritario. En ese sentido, el gobierno Trump está siendo cómplice de este proceso de desmantelamiento del Estado de derecho en El Salvador y está permitiendo que el Gobierno Bukele se perpetúe y acumule aún más poder en el poder ejecutivo. 

Bukele se pinta a sí mismo como un modelo de liderazgo en la región y hemos visto cómo algunos políticos han intentado catapultar su popularidad copiando los mensajes de Bukele o proponiendo medidas tan duras como el régimen de excepción. Tenemos también a Milei en Argentina y a Noboa en Ecuador. ¿Qué mensaje le está enviando a la región el apoyo de Trump a Bukele? ¿Que está bien tener un gobierno dictatorial o autoritario en la actualidad para resolver los problemas inmediatos?

Después de esta reforma constitucional se le cayó la máscara a Bukele. Mucho se ha hablado a lo largo y ancho de América Latina del modelo Bukele, en varios países ha habido políticos que han pretendido vender que serán el nuevo Bukele para la región. Lo que pasó luego de esta reforma constitucional es que todo el que pretenda copiar el modelo Bukele debe saber que  el modelo no es solamente la suspensión absoluta de los derechos fundamentales en la cruzada contra el crimen organizado, sino que es además el desmantelamiento del Estado de derecho.

La extensión o la exportación del modelo Bukele en América Latina significa acabar con la separación de poderes, acabar con las organizaciones de sociedad civil y el periodismo investigativo, eliminar cualquier sistema de pesos y contrapesos y perpetuarse en el poder a través de reformas como la reelección indefinida.

Aun así ningún otro país lo ha condenado por sus acciones. Pareciera como que se está saliendo con la suya.

Bueno, yo no diría que ninguno. El Parlamento de la Unión Europea ha salido a criticar la situación y ha mostrado un incremento de preocupación por el deterioro del Estado de derecho en El Salvador. Ahí hay sin duda alguna una luz de esperanza, pero sí, comparto,  creo que los países de América Latina, como decía al inicio, están en mora  de no solo denunciar, sino exigir el cumplimiento de las obligaciones interamericanas de la propia Carta Democrática en El Salvador. Y países como Brasil, Chile, Colombia, que en distintos momentos han expresado reparos frente a algunas de las violaciones a derechos humanos que se han cometido bajo Bukele durante estos tres años de régimen de excepción,  que pudieran levantar la voz frente a lo que está sucediendo recientemente.

El modelo autoritario ha llegado a un punto que hasta es visible en Estados Unidos con Trump. ¿Qué nos depara en una región en la que parece que el autoritarismo y todas estas políticas represivas van en auge?

En efecto, América Latina viene de un proceso ya largo de deterioro de sus Estados de derecho. Sin duda Cuba, Venezuela, Nicaragua como tres dictaduras consolidadas en la región y procesos de crecimiento acelerado de regímenes autoritarios, como El Salvador… Es supremamente preocupante. Es un momento para que la sociedad civil, a pesar de los ataques, el periodismo investigativo, a pesar de los ataques, sigan mostrando la verdad, denunciando los hechos, sostener esa línea de defensa de la democracia. Si algo nos ha demostrado nuestra historia, es que los regímenes autoritarios no duran eternamente, pero es a través de una sociedad civil fuerte, organizada que es posible resistir y eventualmente lograr transiciones de vuelta a la democracia.

¿En qué se diferencia esta nueva ola autoritaria y dictatorial con las dictaduras del siglo pasado?

Hay varias diferencias. Típicamente las dictaduras del cono sur  fueron sobre todo dictaduras militares que destituyeron a gobiernos civiles. Hoy no tenemos  exactamente esa situación. En el caso de Venezuela y Nicaragua hay un pacto con las fuerzas militares, pero no un gobierno directo de juntas militares. El tipo de violaciones a derechos humanos ha sido distinta, si bien en todos los casos ha habido gravísimas violaciones a derechos humanos, típicamente los fenómenos en el cono sur estuvieron más asociados a detenciones, que luego se tradujeron en desapariciones forzadas, personas que nunca volvieron a ver a sus familiares. 

De manera más reciente, en el caso de Venezuela venimos en un proceso de incremento drástico del número de personas detenidas arbitrariamente y en procesos de desaparición forzada exprés, este fenómeno de no dar a conocer a los familiares dónde se encuentran detenidos. El caso de Nicaragua es muy particular y es que no sucedía desde Pinochet: quitarle a las personas su nacionalidad. Allí hay paralelismos en donde tristemente estamos viendo similitudes incluso con lo que se vio en las dictaduras del cono sur. 

¿Existen posibilidades de que, un corto plazo, regresen democracias más o menos estables en la región?

Confío en que es posible volver a una nueva primavera democrática en América Latina y confío en ello porque, insisto, esta no es la primera vez que hemos visto el auge de regímenes autoritarios. Y ha sido justamente la capacidad de nuestra sociedad civil de resistir, de denunciar, de litigar lo que ha permitido esas transiciones de vuelta a la democracia. Es aún hoy un proceso esquivo y estamos en medio de un proceso de deterioro brutal de nuestros Estados de derecho, pero estoy convencida de que regresaremos a un nuevo proceso de democratización.

Autor

  • Jaime Quintanilla

    Periodista de investigaciones, especializado en temas de corrupción y seguridad pública con publicaciones en medios de Centroamérica, México y Europa. Premio a la Excelencia de la SIP 2023.