Mayo y junio de 2025 pasarán a la historia en El Salvador como dos de los meses más oscuros para la libertad de prensa y de expresión. Al menos 40 periodistas tuvieron que salir al exilio por amenazas y riesgos de capturas arbitrarias, en medio de una oleada de capturas contra defensores de derechos humanos y voces críticas del régimen, como la jefa de la unidad anticorrupción de Cristosal Ruth Eleonora López y del constitucionalista Enrique Anaya.
Esta es una de las últimas arremetidas masivas contra la libertad de prensa en Centroamérica, una región hostil para el periodismo, donde los poderosos encarcelan, torturan, asesinan, enjuician y expulsan de sus países a periodistas por el simple hecho de hacer bien su trabajo.

En esta entrevista hablamos con Marielos Monzón, la nueva presidenta de la Red Centroamericana de Periodistas. Una institución que nació en 2022 para hacerle frente al “acoso, el hostigamiento y la persecución contra medios y periodistas críticos o independientes”, en la que además de apoyar en la defensa del periodismo también han implementado un programa de apoyos para que periodistas golpeados por las el recorte de fondos puedan seguir realizando su trabajo.
Monzón afirma que la regresión democrática que vive Centroamérica no es exclusiva de la región, pero que el caso de Nicaragua se ha convertido en un modelo para los gobernantes locales. En los últimos meses, El Salvador ha adoptado políticas similares a las de la dictadura Ortega-Murillo, con leyes como la de Agentes Extranjeros y en la concentración del poder en un solo clan. “Los mecanismos de los regímenes autoritarios se parecen mucho, nadie inventa nada, no hay nuevas ideas en esto del autoritarismo”, apunta.
Sin embargo, dice que aún con en estas circunstancias es viable hacer periodismo en Centroamérica.

Los periodistas de la región hoy se enfrentan a capturas, acusaciones penales, asesinatos, persecuciones, exilios masivos… ¿En qué estado se encuentra la libertad de prensa en Centroamérica?
Es importante decir que esto que está pasando en Centroamérica no es exclusivo de Centroamérica. Debemos situarnos en un contexto global de regresión democrática y de autoritarismo global. Lo estamos viendo, por ejemplo, en los Estados Unidos, en Rusia, Israel, en algunos países europeos, obviamente asiáticos también. A nivel global hay un intento por atacar la democracia y plantear regímenes autoritarios con muchas limitaciones de libertades y derechos y Centroamérica, lamentablemente, no es ajena a esta situación.
En primer lugar, diría que el régimen autoritario nicaragüense se convirtió en el espejo de los regímenes y de los sectores autoritarios de los demás países. En ese espejo se ven y a eso apunta. Lo que está sucediendo en la región tiene un común denominador que yo le llamo, y en la red también le llamamos, el manual de los regímenes autoritarios, porque van repitiendo cosas.
Leyes contra la disidencia…
Los mecanismos de los regímenes autoritarios se parecen mucho, nadie inventa nada, no hay nuevas ideas en esto del autoritarismo. Son viejas prácticas y usan los mismos tipos de herramientas. Por ejemplo, lo primero que desaparece cuando hay un régimen autoritario es el acceso a la información pública. Lo vimos en El Salvador, en Guatemala, en Nicaragua. Lo primero es limitar las fuentes de información, limitan el acceso a los datos públicos. Lo segundo que vimos es un ataque sistemático a libertades y derechos ciudadanos. Por ejemplo, la organización, la asociación. Eso tiene que ver también con organizaciones sociales que hacen auditoría y que trabajan por los temas de transparencia. Y lo tercero que vemos es un ataque sistemático a medios de comunicación y periodistas porque somos o nos hemos convertido en el último pilar defensa de las democracias en nuestros países, no porque tengamos madera de mártires ni nada por el estilo ni de superhéroes, sino que porque nuestro trabajo nos obliga a develar situaciones que tienen que ver con este retroceso.
Un retroceso que impacta en el sistema político.
Cada vez se desdibujan más los límites entre los poderes del Estado y cada vez más hay una continuidad de regímenes que cooptan todos los poderes. Los sistemas de justicia en vez de ser independientes están siendo instrumentalizados para que los regímenes de turno puedan perseguir a periodistas, puedan perseguir a operadores de justicia independientes, a abogados independientes. Es un común denominador, eso se ve a nivel global y eso se ve a nivel regional, donde el caso extremo es Nicaragua. Hablamos de más de 200 periodistas en el exilio, muchos de los cuales han perdido su nacionalidad porque el régimen de Ortega así lo ordenó y medios de comunicación que han sido expropiados. Hemos visto desde la red que prácticamente no quedan periodistas independientes dentro de Nicaragua. Ese es el caso más extremo y hacia ahí se apunta el resto de la región.
Donde El Salvador ahora da la nota gris.
En El Salvador vimos la regresión democrática con la elección inconstitucional de Nayib Bukele, y ahora estamos viviendo una emergencia de colegas que han tenido que salir y dejar su país porque ha habido una práctica de utilizar a las fuerzas de seguridad para amedrentar periodistas. Han llegado incluso hasta sus viviendas preguntando por ellos, por sus familiares. Hay un éxodo masivo de periodistas salvadoreños, sobre todo ahora que están deteniendo a personas que son disidentes, como por ejemplo Ruth López o como el abogado constitucionalista Enrique Anaya.

Y en Guatemala el periodismo también es perseguido
Desde hace tres años tenemos más de 22 periodistas en el exilio. Tenemos un periodista preso: José Rubén Zamora, acusado de delito de lavado de dinero cuando no cometió ningún delito, pero se está usando la ley de delincuencia organizada para mantenerlo preso. Y tenemos estos 22 colegas porque sobre ellos pesan órdenes de captura o investigación de la fiscalía, que es instrumentalizada por los sectores de poder político y económico y militar en Guatemala. Y en Honduras, que lamentablemente sigue siendo el país de la región en donde a las y los periodistas se les asesina. Acabamos de ser testigos de dos asesinatos de periodistas en Honduras. Es el único país de Centroamérica que tiene un programa de protección, pero uno de los periodistas que asesinaron hace poco más de un mes era un periodista que estaba supuestamente recibiendo protección del Estado.
En ese marco, toda la región está en un claro declive democrático, guardando las distancias entre los países, pero ya ni Costa Rica se salva. Allá vemos una campaña desde el Gobierno del presidente Rodrigo Chávez en contra de medios y de periodistas independientes, hostigamiento en las redes sociales… Cada vez que el presidente Chávez sale, ataca a periodistas por su nombre y apellido, diciéndoles ‘prensa canalla, prensa que recibe favores’.
Parece que estamos en un escenario más bien sombrío en toda la región, ¿tienen calculado cuántos periodistas por país se han exiliado o cuántos han sido víctimas de esta ola opresora que está viviendo la región?
Tenemos 45 periodistas de El Salvador que los hemos documentado que tuvieron que dejar su país, 23 periodistas de Guatemala y en Nicaragua, 208. Esas son las cifras que tenemos de exilio. El resto de de casos como hostigamiento es generalizado.
Un tema que sí es muy preocupante en Guatemala es el caso de José Rubén Zamora, porque ese sí ya es un periodista preso en ejercicio de su función, con el objetivo de cerrar el diario del que era presidente, pero además para mandar un mensaje ejemplificante. Otra cosa que vemos es la utilización del derecho penal del enemigo. Es decir, volvió a nuestros países el discurso del enemigo interno que hubo durante las guerras y los conflictos armados. Y las y los periodistas ya estamos siendo etiquetados como ese enemigo interno. Lo vemos, por ejemplo, en el discurso del presidente Nayib Bukele cuando cumplió su primer año inconstitucional.
Otro tema que hemos visto recurrente es que utilizan delitos de la ley de delincuencia organizada. Te acusan de delitos que ya no es difamación y calumnia, sino que te acusan de delitos que no tienen medidas sustitutivas o prisión domiciliaria. Hablamos de asociación ilícita, obstrucción de la justicia, lavado de dinero, como el caso de José Rubén Zamora, como el caso de Ruth López y de Enrique Anaya, en El Salvador. Y lo mismo pasó en Nicaragua, por eso decía al principio que es como el espejo. Y otra cosa que es muy delicada también es que, masivamente, se están utilizando campañas de desprestigio, como granjas de bots o troll centers, casi al mismo tiempo de la persecución penal.

Y en este contexto tan hostil, ¿es viable todavía ser periodista en Centroamérica o ya se convierte en una labor de extremo riesgo?
Es viable. Sigue siendo viable. No porque lo hagan viable los grupos de poder o los regímenes. Lo hacemos viable nosotros y nosotras las periodistas. Mi respuesta quisiera que vaya en dos sentidos: ellos… Y cuando digo ellos estoy hablando de los grupos del statu quo, no solo de personas individuales como Nayib Bukele o Daniel Ortega o Alejandro Giammatei o Rodrigo Chaves… Estoy hablando de sectores… Esto no es un ataque a la prensa de parte de personas en contra de periodistas. Son los sectores económico, político, militar y del crimen organizado… Entonces, ellos nos quieren silenciar. Los que seguimos haciendo viable el periodismo somos las y los periodistas. En Nicaragua sale esta gran cantidad de periodistas y el periodismo nicaragüense sigue haciéndose desde el exilio, en condiciones muy difíciles, pero sigue habiendo medios independientes nicaragüenses que informan a su propia comunidad.
¿Pero sigue siendo viable hacer periodismo?
Es cada vez un contexto más hostil y más difícil y no negamos que hemos sido gravemente impactados. Hay varias decenas de periodistas que han dicho: «Bueno, ¿para qué voy a seguir haciendo esto? Si esto me pone en peligro a mí, pone en peligro a mi familia”. Por supuesto que es totalmente legítimo decir: «Yo me cambio de oficio, yo no voy a seguir haciendo esto”. Pero en realidad la respuesta a tu pregunta es, ¿por qué si es un contexto tan difícil nos siguen atacando, nos siguen hostigando, nos siguen persiguiendo? Y es precisamente porque a pesar de las circunstancias difíciles no hemos dejado de hacer periodismo. Nos quieren callar, pero lo que han logrado es que nos hemos organizado, hemos generado redes, hemos generado periodismo colaborativo para hacer viable el periodismo. El periodismo centroamericano, a pesar de eso, está más vivo que nunca a través del periodismo colaborativo, por ejemplo Redacción Regional es un ejemplo, o los Ciclos de Actualización para Periodistas CAP. En vez de hacer esfuerzos individuales o por países, hemos logrado diversificar las maneras de publicar.
Son tiempos muy difíciles, es cierto que hay censura y autocensura, es cierto que hay personas que han decidido muy respetablemente dejar de hacer este oficio, pero también hay decenas de periodistas de todos nuestros países convencidos que nosotros hacemos una labor vital. Por eso es que cada vez más los ataques van contra los periodistas, porque seguimos haciendo el periodismo. Otra cosa importante de decir es que también, a pesar de que hay mucho temor y mucho miedo, la ciudadanía en cada uno de los países sigue haciendo viable el periodismo. Seguimos teniendo, a pesar de que hay mucho acoso, ataques, a pesar de que hay muchas personas que han perdido la fe en la independencia de los medios -porque así les han hecho creer con estas narrativas desde los gobiernos-, hay una gran cantidad de personas que siguen buscando nuestras informaciones, nuestros reportajes.
Hablemos de las audiencias. ¿Qué pierden las audiencias silencian a un periodista?
Eso es muy importante. En Guatemala, en el colectivo No Nos Callarán, acuñamos una frase que creo que es una buena respuesta a tu pregunta: cuando silencian a un periodista, lo que se pierde es tu derecho a estar informado. Eso es lo que pierde la ciudadanía. Al silenciar a un periodista, no se trata solo del silencio al periodista, es quitarle la posibilidad a la población, a las y los ciudadanos centroamericanos de tener información para tomar decisiones, de tener información sobre su propio país y sobre su contexto y entender lo que está pasando. Se pierde ese derecho ciudadano a la información.
Y un tema bien importante es el tema de qué más se pierde cuando el periodismo es atacado. Primero, la posibilidad de saber qué se hace con los recursos, con el pago de los impuestos. ¿Qué es lo que ocultan los autoritarios? Ocultan el manejo de las finanzas públicas. ¿Por qué no quieren que se sepa? Porque realmente hay muchos actos de corrupción que la prensa los hace públicos. Se pierde la capacidad de la ciudadanía de poder fiscalizar este uso de los recursos. Se pierde la transparencia. Y otro tema que también pierde la ciudadanía es la posibilidad de tener voces críticas que le den otra versión de la realidad.
Entonces, cuando hay mucha censura, cuando hay ataque a medios y periodistas, cuando se está tratando de que nosotros no publiquemos, lo que se quiere es tener que la única verdad sea la verdad oficial. La verdad sin disidencias. Pierde la ciudadanía la posibilidad de tener información sobre diversidad de temas.

En regímenes autoritarios como el de Nayib Bukele, que goza de un apoyo de la ciudadanía bastante grande, me surge la duda de si a esa ciudadanía realmente quiere enterarse de los trapos sucios de su líder.
En estos regímenes autoritarios como el de El Salvador, ya la gente tampoco expresa públicamente su rechazo al poder. Puede ser que, al principio,haya sido realmente tan popular y cuando de verdad legítimamente la gente contestaba: “Sí, yo apoyo a mi presidente”. Pero ahora, ¿cuánta gente estará dispuesta a decir si de verdad apoya o no a un régimen que mete presa la disidencia? ¿Sigue siendo esa popularidad tan alta? ¿O realmente mucha del “apoyo” es porque guardas silencio y mejor no querés decir para que no te pase nada?
Ahora, también vemos que hay una instrumentalización de las redes sociales, del uso de los medios de comunicación oficiales que establecen narrativas. ¿Cuánto de lo que tú ves es real y cuánto está construido a partir de las narraciones oficiales que utilizan recursos públicos, incluso para poner medios de comunicación, incluso para pagar cuentas anónimas? Estamos hablando de un ecosistema de medios que está muy a merced de quién tiene el poder económico, pero también de quién tiene el poder político de establecer narrativas.
¿Cuán grave es que estemos en un escenario de autocensura?
Los casos de Ruth López, Rubén Zamora -pongámosle cualquier nombre- son los casos ejemplificantes. Si a ti lo que te dicen es: tú por ser periodista, tú por ser fuente de un periodista, vas a sufrir exilio, vas a sufrir persecución, vas a sufrir cárcel, ¿para qué vas a seguir haciendo esto? No solo es el mensaje hacia los periodistas, es el mensaje hacia la población en general: cállense la boca, porque si ustedes abren la boca, entonces les puede pasar lo mismo que a José Rubén, les puede pasar lo mismo que a Ruth López, les puede pasar lo mismo que a los compañeros de El Faro. Entonces, la población recibe los mensajes. Hay algunas notas que ya lo reflejan en en El Salvador de cómo ya las personas prefieren no contestar a las encuestas de opinión pública por miedo. Las personas piensan que si esto le pasó a un periodista conocido, si esto le pasó a una defensora de derechos humanos con tanto apoyo, si esto le pasó a un abogado constitucionalista con gran trayectoria, ¿qué no me va a poder pasar a mí?
¿Cuál es el mensaje para el gremio periodístico que aún con tantas amenazas continúa haciendo su labor?
Hace poquito acabo de publicar una carta en nombre de la junta directiva de la RCP diciendo que, ahora que estoy recién empezando -iniciamos en el mes de junio-, no quería mandarles un mensaje triste de derrota, sino al contrario. El mensaje central que le queremos mandar, no solo yo, sino también la junta directiva de la RCP, es que es cierto, son tiempos de emergencia, son tiempos en donde hay deterioro autoritario y donde estamos enfrentando poderes hostiles contra la prensa, contra la democracia, contra los derechos humanos… Y eso requiere un esfuerzo conjunto, pero que este no sea un mensaje de derrota, sino un llamado a continuar haciendo lo que sabemos hacer que es periodismo, a pesar de estas condiciones. Y que lo más importante es seguir unidos y unidas, defendiendo desde espacios colectivos el derecho a ejercer nuestra profesión como último de los bastiones de defensa de la democracia, pero también como esa posibilidad de brindar a las personas ese derecho humano a estar informados.
Así que, sabiendo que en realidad estamos pasando por momentos muy difíciles, hay que convertirnos en cómplices y aliados, pero cómplices, aliados de ¿qué? Cómplices y aliados de la verdad, cómplices y aliados de la democracia, cómplices y aliados de la solidaridad. Y dar las condiciones y los apoyos que nos permitan seguir haciendo nuestra labor. Y recordarles siempre que estamos haciendo periodismo porque el silencio nunca ha sido nuestra opción; y que si el silencio no ha sido nunca una opción, hay que ser estratégicos para seguir haciendo periodismo y continuar alzando la voz.


